lunes, 7 de noviembre de 2011

La Marcha de los Bastardos [Fragmento]

-Llegamos hasta aquí siguiendo nuestra firme convicción, nuestros cuerpos serán despojos, nuestras piernas se doblegarán, nuestras manos no podrán empuñar la espada, nuestra fuerza nos abandonará en un suspiro… y mientras exhalamos nuestro último aliento recordaremos a nuestros hijos, nuestras esposas, nuestros padres y a nuestros hermanos.


-Saborearemos el más delicioso manjar y recordaremos la más cálida y dulce compañía.


-Pero no moriremos hoy, permaneceremos vivos en la mente de los hombres mientras se cuente nuestra hazaña y se narre nuestra historia. Por eso nuestra muerte será perpetua... pagaremos con nuestra sangre la vida eterna, muerte y vida, vida eterna…


El resonar de las voces fervientes se hizo presente, cada hombre, cada soldado clamando su himno y su lugar en la historia, todos al unísono, hermanados para morir y vivir por siempre:


-¡Permaneceremos! (¡morir para vivir!) ¡Permaneceremos!

-¡Permaneceremos! ¡Permaneceremos!...

lunes, 9 de mayo de 2011

Extrañezas y Bajezas…

Pero antes de empezar… (Fragmento)


En ese preciso momento, escuche un grito tan fuerte, que no tuve mas que alzar los hombros, agachando un poco la cabeza -para protejerla de algun posible broyectil-, y encorvar la espalda. Era el rugir de una fiera enfurecida, el grito inconfundible de mi madre.


-¡Pinche chamaco malhecho! –le escuche bufar a mis espaldas.


Así, en la misma posición en que estaba, apreté los parpados e instintivamente los músculos de mi cara se tensaron, forjando en mi tez, una mueca de espanto. Gire sobre mis talones y entonces la vi venir sobre mi con toda la intención de desbaratarme.


-¡Corre! ¡Corre! –me repetía incesante la mente.


Pero nada pude hacer ante aquella inminente condición, sólo cuando la tuve a un palmo de distancia reaccione, pero ya era demasiado tarde. –Ni se te ocurra echarte a correr –dijo con esa mirada maliciosa, encabronada.


Mas asustado aún, gracias a sus poderes extrasensoriales, no me quedo más que volver a cerrar los ojos y esperar lo inevitable.


¡Clack!... hizo mi cabeza cuando sus nudillos se estrellaron contra ella…


-¡Aaaay! –escupió mi garganta sin preguntarme. –Ante lo cual mamá agrego aquella habitual amenaza suya


-Pobrecito de ti y te pones a llorar...


Pero para mi ya era demasiado tarde por culpa de mis inconscientes ojos, -¿Por qué será que a esos no les importan las amenazas de mama?...

(...)


-Sebastián Zárate Ramírez

sábado, 19 de marzo de 2011

La Ciudad De Los No Muertos (fragmento)

Del hueco que tenia enfrente salía aquel ser de pesadilla, y detrás de ella, otros seres extraños, mutilados y podridos por el paso del tiempo se acercaban despacio.

Venían uno tras otro arrastrándose y tambaleándose; gimiendo y rechinando los dientes en medio de una densa niebla que daba a la escena la apariencia de un lúgubre cementerio.

Avanzaron hacia ella, que se mantenía de pie firme en el mismo lugar empuñando con fuerza su antigua y letal espada.

De los cúmulos grisáceos colgados en el cielo comenzó a descender un chaparrón torrencial.

En un instante ya estaba totalmente empapada, los cabellos se le embarraban en la cara y chorreaban igual que su ropa, vieja y desgastada.

(...)

-Sebastián Zárate Ramírez

El Canto de la Ocarina (fragmento)

VI


Alguna vez escucho una historia a cerca de cierto lugar mágico oculto entre las montañas, un lugar que se encontraba prohivido para los mortales; pero no imposible de alcanzar.


Se trataba de un hermoso valle cubierto de frutos y flores en cuyo corazón imponente como un coloso, el enorme sicomoro que resguarda bajo su abrigo a todo el lugar, se alza majestuoso y vivaz. Puso atención a cada detalle, y cada palabra que escuchaba le permitía ver el sitio en su mente con mayor claridad.


–Hay un riachuelo -dijo el saltimbanco-, que proviene de un manantial oculto bajo las raíces del sicomoro, aquel que beba de estas aguas, será liberado del sufrimiento mortal y del deseo.


Y acercándose a la joven, bajó la voz agregando discreto: -Tendrá vida eterna.


(...)


-Sebastían Zárate Ramírez

viernes, 4 de marzo de 2011

Pintoresco Protocolo Teatresiano

Me fui en busca de un lugar nuevo, un lugar diferente, un lugar distante. Pero hoy he caído en la cuenta que lo único necesario para mi es ese lugar donde podía jugar a ser yo sin remordimientos, sin murallas, sin mellas, sin pensarlo y sin quererlo.

Innumerables recuerdos evocaron a mi cabezota en un momento pequeñito tan solo con mirar una vieja foto de un saloncito pobre marcado con el número 15, cubierto de duela y techado con lámina, desgastado, humilde, o tal vez miserable.

¿Y que nos bastaba en ese “entonces” para crear magia en un segundo?

Imaginación… nada más imaginación. Y quizá unas tantas ganas que con el paso de los días, a algunos se nos desgastaron, se canso la ambición y se murió la voluntad, o quizá la necesidad.

Pero puedo afirmar sin temor a equivocarme, que todos y cuando digo todos, me refiero a todos los que hemos pasado nuestros días (mañana, tarde y noche) en un lugar como ese; vimos y saboreamos con nuestros sentidos toda una gama mágica, casi mística, de cualquier cosa que amenazara de pronto nuestra conciencia y bajaba a nuestro cuerpo para ser proyectada hacia todas partes; a través del aire por el espacio vacio de una tal Aula 15.

Aunque quizá haya existido una época en que negamos y renegamos de su Importancia. Puedo afirmar que después esa misma magia que dejamos morir fue sobre nuestros pasos hasta hallarnos, y se presento ahora, como una salvaje necesidad.

Necesario… necesario para mi quehacer diario es gritar, llorar, cantar, reír, bailar, pero sin tabues, sin tapujos, gozar-me viendo como gozan los demás, los que están del otro lado. para que así ambos dos.; llámense, quizá apropiadamente, actores y espectadores podamos existir en una efimera realidad paralela.

Hoy día, necesario para mí, es CREAR…

¿Añoranzas? ¿Remembranzas? Hoy, anhelo lo que ayer tuve y deje ir.

Mañana se que puedo levantarme con las ganas y la ilusión de que el tiempo, en su incongruente relatividad, me brindara una ves mas la entereza para hacer algo que disfruto, que gozo. Pero esta vez sin esquemas, sin estigmas, sin opresiones, en adelante se juega con mis reglas.

La primera y más importante dice así:

Queda ESTRICTAMENTE prohibido limitarse y ajustarse, o encuadrarse, a la pronta idea que a los demás atañe, y aquel que decida aceptar, esta obligado a quebrar sus barreras y sublimar su imaginación en todos los sentidos existentes e inexistentes todavía, y re-afianzar cada noche y cada mañana la voluntad de continuar así para cada uno de los días de su vida.

Vayamos pues a donde tengamos que ir. Así me despido por ahora; pues propongo regresar en un futuro no muy lejano.

Antes de que caiga el telón, sólo quiero agregar que, gran parte de esto que soy ahora se lo debo al TEATRO (con mayúsculas). Y es por tal que me resulta grato devolverle algo, aunque sea poco, de todo aquello que me entrego a manos llenas y en demasía.

Un CEDARTEANO siempre será CEDARTEANO, aquí y del otro lado del mundo…


- Sebastián Zárate Ramírez

sábado, 8 de enero de 2011

Dos Mujeres

Al despertar aquel día la luz del sol inundaba ya toda su habitación. Tardo unos pocos segundos en reaccionar y cuando al fin lo hizo; sus pequeños y cristalinos ojos color miel se desorbitaron. Una expresión de sorpresa y angustia se apodero de su fino y terso rostro.

Cuarenta minutos de retraso pesaban ahora sobre sus hombros. Sin pensarlo más tiempo salto de la cama arrojando las cobijas al suelo. Se despojo de la ropa de dormir y con gran habilidad se vistió, calzo, maquillo y peino el liso cabello negro que caía por sus espalda. Era ese cabello tan liso que a veces le resultaba imposible peinarlo. Por eso su padre solía llamarle “la niña de los cabellos de lino”[1]

Ese día, una peineta y unos cuantos pasadores lograron resolver la situación, por lo menos de momento. Si cada día peinarse, fuera tan simple como aquel, no tendría que pensar en tomar una navaja y ponerle fin de tajo.

Una vez arreglada, tomo su pequeña libreta azul, se miro por última vez al espejo y noto algo sorprendente: no se reconoció. Se paralizo unos segundos, segundos que fueron eternos. Era otra mujer quien le devolvía la mirada por el espejo; y en el instante que se cruzaron sus miradas desde dos planos alternos. Dos mujeres distintas habitaron la recamara.

Otro segundo murió y entonces salió del transe, sintió miedo, sacudió la cabeza y miro de nuevo. Intento recordarla y dudo por un momento que aquella mujer siempre hubiera estado ahí. Desde el espejo la otra mujer le regalaba una sonrisa, cerro los ojos y no vio más, dio media vuelta y bajo corriendo por las escaleras.


Sebastián Zárate Ramírez



[1] “la muchacha de los cabellos de lino”. Apodo que usa el padre de Sofía en la novela de Jostein Gaarder <El mundo de Sofía>, para referirse al cabello de la chica.

jueves, 6 de enero de 2011

La verde...

Me recuerdo deambulando por una calle verde de verde cantera; ahí donde ya no la hay…

Le llamaban la verde; la Verde Antequera, la verde… de verde cantera. La verde... verde cual fuera hace tantos años.

Pero los laberintos del tiempo y de los hombres, terminaron por consumirla.

-Sebastián Zárate Ramírez

martes, 4 de enero de 2011

La Bestia

Un pinchazo recorrió su espina dorsal. La luna estaba alta y brillante. Una mortaja de nubes cubría, como suave seda, parte de la bóveda celeste. Algo se movía entre los arboles, algo parecido a un animal, gruñía y arrastraba las patas entre la hojarasca.

Al escuchar aquellos ruidos del bosque, su espalda y su cuello se tensaron y sintió un ligero hormigueo recorrer desde la base de la nuca hasta la cadera. Su garganta se apretó, su cara comenzó a calentarse, sus puños se cerraron, se crisparon músculos, venas y tendones; sus nudillos estaban blancos ya.

Apretada la mandíbula, los dedos de los pies bien contraídos como si pretendieran aferrarse, igual que anclas, en el suelo.

Bajo la barbilla y la pego al pecho, contrajo su cuerpo, flexionó las rodillas un poco hasta que los talones quedaron ligeramente despegados del piso. Contuvo la respiración, deslizo muy despacio una mano hasta la empuñadura de su espada; cerro los ojos, exhaló.

Una enorme mancha dio un brutal salto partiendo un árbol en su camino. Colmillos, garras, pelambres, casi dos toneladas en movimiento a la velocidad del rayo.

Espada, luna, resplandor, ojos abiertos, rugidos, colmillos, dientes, respiración, sangre, aire, aire, aire...

Todo gira, mareo, verde, humedad, verde frescura, verde.

Mareo, verde, todo gira, verde, luna, verde, arboles, verde, humedad, verde, aire, verde, dolor, verde, sangre, verde, aire, verde, pasto, verde, verde, verde...

Oscuridad total.

-Sebastián Zárate Ramírez

02/03/2010

lunes, 3 de enero de 2011

Cohetes

La pirotecnia comenzó a estallar varios minutos antes de que el reloj marcara la media noche, -el fin y la muerte de otro año-. Agrio y espeso año 2010 que vino, me saludo y desapareció en menos de lo que hubiera esperado, volviéndome la espalda sin piedad.

Son casi las doce y treinta, aun puedo ver el fulgor de los cohetes a través de las cortinas y la puerta entreabierta. -La deje así porque resulta mas fácil escabullirse y salir del cuarto sin que nadie se dé cuenta, no quiero despertar a todos al intentar abrirla-.

El cuarto vibra y se estremece con cada nueva detonación de pólvora en la bóveda celeste. -me preocupa que el estruendo pueda despertar a mi sobrino-. Hace demasiado calor para permanecer aquí. Sera mejor escurrirse por la puerta entreabierta. Iré a comprar un par de cigarros. Hace casi tres meses que no fumo, es solo que se me antojaron, a la una de la mañana; y hace demasiado calor en el cuarto para permanecer adentro.

-Sebastián Zárate Ramírez