Del hueco que tenia enfrente salía aquel ser de pesadilla, y detrás de ella, otros seres extraños, mutilados y podridos por el paso del tiempo se acercaban despacio.
Venían uno tras otro arrastrándose y tambaleándose; gimiendo y rechinando los dientes en medio de una densa niebla que daba a la escena la apariencia de un lúgubre cementerio.
Avanzaron hacia ella, que se mantenía de pie firme en el mismo lugar empuñando con fuerza su antigua y letal espada.
De los cúmulos grisáceos colgados en el cielo comenzó a descender un chaparrón torrencial.
En un instante ya estaba totalmente empapada, los cabellos se le embarraban en la cara y chorreaban igual que su ropa, vieja y desgastada.
Venían uno tras otro arrastrándose y tambaleándose; gimiendo y rechinando los dientes en medio de una densa niebla que daba a la escena la apariencia de un lúgubre cementerio.
Avanzaron hacia ella, que se mantenía de pie firme en el mismo lugar empuñando con fuerza su antigua y letal espada.
De los cúmulos grisáceos colgados en el cielo comenzó a descender un chaparrón torrencial.
En un instante ya estaba totalmente empapada, los cabellos se le embarraban en la cara y chorreaban igual que su ropa, vieja y desgastada.
(...)
-Sebastián Zárate Ramírez
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