martes, 4 de enero de 2011

La Bestia

Un pinchazo recorrió su espina dorsal. La luna estaba alta y brillante. Una mortaja de nubes cubría, como suave seda, parte de la bóveda celeste. Algo se movía entre los arboles, algo parecido a un animal, gruñía y arrastraba las patas entre la hojarasca.

Al escuchar aquellos ruidos del bosque, su espalda y su cuello se tensaron y sintió un ligero hormigueo recorrer desde la base de la nuca hasta la cadera. Su garganta se apretó, su cara comenzó a calentarse, sus puños se cerraron, se crisparon músculos, venas y tendones; sus nudillos estaban blancos ya.

Apretada la mandíbula, los dedos de los pies bien contraídos como si pretendieran aferrarse, igual que anclas, en el suelo.

Bajo la barbilla y la pego al pecho, contrajo su cuerpo, flexionó las rodillas un poco hasta que los talones quedaron ligeramente despegados del piso. Contuvo la respiración, deslizo muy despacio una mano hasta la empuñadura de su espada; cerro los ojos, exhaló.

Una enorme mancha dio un brutal salto partiendo un árbol en su camino. Colmillos, garras, pelambres, casi dos toneladas en movimiento a la velocidad del rayo.

Espada, luna, resplandor, ojos abiertos, rugidos, colmillos, dientes, respiración, sangre, aire, aire, aire...

Todo gira, mareo, verde, humedad, verde frescura, verde.

Mareo, verde, todo gira, verde, luna, verde, arboles, verde, humedad, verde, aire, verde, dolor, verde, sangre, verde, aire, verde, pasto, verde, verde, verde...

Oscuridad total.

-Sebastián Zárate Ramírez

02/03/2010

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