Después
de que el tiempo se hubiera detenido por unos instantes, o días que mas bien
parecieron años, regresar a la realidad no fue tan complicado como yo esperaba,
lo extraño fue que, después de pasar tanto tiempo suspendido, vine a toparme de
frente con situaciones poco usuales. Relativamente diferentes a las que yo
hubiera deseado encontrar a mi regreso, y es quizá, o precisamente por
eso… que en este momento, mas bien, no tengo la menor idea de un rumbo fijo, ni
siquiera tengo la noción de claridad.
Lo que
en este momento me intriga no es el pasado, sino ese futuro incierto que yace
oculto a la sombra del camino. El problema radica ahora en atraparlo, porque
siempre corre muy deprisa y a veces, los zapatos se desgastan, el aliento
falta, las piernas duelen, o simplemente el día termina y la noche lo oscurece
todo. Ojalá la luna fuera tan brillante como antaño, cuando sin importar la
penumbra su pálida luz platinada se colaba por el intersticio celeste y
se derramaba sobre el sendero, los arboles, las balaustradas.
Ya no
me animo a salir de noche, es complicado. Cuesta trabajo, la noche ya no sabe
igual, no huele igual.
…es
que en este momento, más bien, no tengo la menor idea de un rumbo fijo, ni
siquiera tengo la noción de claridad.
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