martes, 21 de mayo de 2013

SEGUNDA PARTE: "CAMPAÑAS"


CAPÍTULO II   

DRAGONES

I

Un terrible estruendo se escuchó en el cielo y un inmenso rayo azul descendió con furia perdiéndose en el abismo. Otro estruendo resonó y un nuevo rayo golpeo la tierra cayendo a algunos cientos de metros de donde se encontraban ellos.

-Esto no es una tormenta –dijo el chico muy preocupado.
-¿Por?... –preguntó ella con temor.
-Primero aparece el rayo, después el estruendo –dijo él y entonces se dio cuenta…

Las nubes se inflamaron y resplandecieron de pronto en un tono azul turquesa, como si se incendiaran por dentro. Yuhen se quedó pasmado. Congelado. Otro destello, pero esta vez de un color amarillento, apareció desde el abismo que se encontraba a sus pies y se perdió entre los nubarrones que descargaban con toda su furia interminables torrentes de agua caliente. 

-¿Qué..? -quiso decir ella, pero no pudo completar la pregunta.
-¡Corre! –gritó Yuhen mientras la tomaba del brazo para echarse a correr.

Las gotas les quemaban la piel, el rostro, la ropa. Cada nuevo contacto con el agua que descendía les provocaba un ardor punzante.

-Pero… -trató de decir ella de nuevo.
Y él jalándola para acelerar la huida gritó con temor: -¡Dragones!

-Sebastián Zárate.

viernes, 29 de marzo de 2013

Reminiscencia de un sujeto a través de un incierto sendero de la mente; desde la suspensión hasta la orilla del camino.

Flash Back

Después de que el tiempo se hubiera detenido por unos instantes, o días que mas bien parecieron años, regresar a la realidad no fue tan complicado como yo esperaba, lo extraño fue que, después de pasar tanto tiempo suspendido, vine a toparme de frente con situaciones poco usuales. Relativamente diferentes a las que yo hubiera deseado encontrar a mi regreso,  y es quizá, o precisamente por eso… que en este momento, mas bien, no tengo la menor idea de un rumbo fijo, ni siquiera tengo la noción de claridad.

Lo que en este momento me intriga no es el pasado, sino ese futuro incierto que yace oculto a la sombra del camino. El problema radica ahora en atraparlo, porque siempre corre muy deprisa y a veces, los zapatos se desgastan, el aliento falta, las piernas duelen, o simplemente el día termina y la noche lo oscurece todo. Ojalá la luna fuera tan brillante como antaño, cuando sin importar la penumbra su pálida luz platinada se colaba por el intersticio celeste y  se derramaba sobre el sendero, los arboles, las balaustradas.

Ya no me animo a salir de noche, es complicado. Cuesta trabajo, la noche ya no sabe igual, no huele igual.

…es que en este momento, más bien, no tengo la menor idea de un rumbo fijo, ni siquiera tengo la noción de claridad.