sábado, 19 de marzo de 2011

La Ciudad De Los No Muertos (fragmento)

Del hueco que tenia enfrente salía aquel ser de pesadilla, y detrás de ella, otros seres extraños, mutilados y podridos por el paso del tiempo se acercaban despacio.

Venían uno tras otro arrastrándose y tambaleándose; gimiendo y rechinando los dientes en medio de una densa niebla que daba a la escena la apariencia de un lúgubre cementerio.

Avanzaron hacia ella, que se mantenía de pie firme en el mismo lugar empuñando con fuerza su antigua y letal espada.

De los cúmulos grisáceos colgados en el cielo comenzó a descender un chaparrón torrencial.

En un instante ya estaba totalmente empapada, los cabellos se le embarraban en la cara y chorreaban igual que su ropa, vieja y desgastada.

(...)

-Sebastián Zárate Ramírez

El Canto de la Ocarina (fragmento)

VI


Alguna vez escucho una historia a cerca de cierto lugar mágico oculto entre las montañas, un lugar que se encontraba prohivido para los mortales; pero no imposible de alcanzar.


Se trataba de un hermoso valle cubierto de frutos y flores en cuyo corazón imponente como un coloso, el enorme sicomoro que resguarda bajo su abrigo a todo el lugar, se alza majestuoso y vivaz. Puso atención a cada detalle, y cada palabra que escuchaba le permitía ver el sitio en su mente con mayor claridad.


–Hay un riachuelo -dijo el saltimbanco-, que proviene de un manantial oculto bajo las raíces del sicomoro, aquel que beba de estas aguas, será liberado del sufrimiento mortal y del deseo.


Y acercándose a la joven, bajó la voz agregando discreto: -Tendrá vida eterna.


(...)


-Sebastían Zárate Ramírez

viernes, 4 de marzo de 2011

Pintoresco Protocolo Teatresiano

Me fui en busca de un lugar nuevo, un lugar diferente, un lugar distante. Pero hoy he caído en la cuenta que lo único necesario para mi es ese lugar donde podía jugar a ser yo sin remordimientos, sin murallas, sin mellas, sin pensarlo y sin quererlo.

Innumerables recuerdos evocaron a mi cabezota en un momento pequeñito tan solo con mirar una vieja foto de un saloncito pobre marcado con el número 15, cubierto de duela y techado con lámina, desgastado, humilde, o tal vez miserable.

¿Y que nos bastaba en ese “entonces” para crear magia en un segundo?

Imaginación… nada más imaginación. Y quizá unas tantas ganas que con el paso de los días, a algunos se nos desgastaron, se canso la ambición y se murió la voluntad, o quizá la necesidad.

Pero puedo afirmar sin temor a equivocarme, que todos y cuando digo todos, me refiero a todos los que hemos pasado nuestros días (mañana, tarde y noche) en un lugar como ese; vimos y saboreamos con nuestros sentidos toda una gama mágica, casi mística, de cualquier cosa que amenazara de pronto nuestra conciencia y bajaba a nuestro cuerpo para ser proyectada hacia todas partes; a través del aire por el espacio vacio de una tal Aula 15.

Aunque quizá haya existido una época en que negamos y renegamos de su Importancia. Puedo afirmar que después esa misma magia que dejamos morir fue sobre nuestros pasos hasta hallarnos, y se presento ahora, como una salvaje necesidad.

Necesario… necesario para mi quehacer diario es gritar, llorar, cantar, reír, bailar, pero sin tabues, sin tapujos, gozar-me viendo como gozan los demás, los que están del otro lado. para que así ambos dos.; llámense, quizá apropiadamente, actores y espectadores podamos existir en una efimera realidad paralela.

Hoy día, necesario para mí, es CREAR…

¿Añoranzas? ¿Remembranzas? Hoy, anhelo lo que ayer tuve y deje ir.

Mañana se que puedo levantarme con las ganas y la ilusión de que el tiempo, en su incongruente relatividad, me brindara una ves mas la entereza para hacer algo que disfruto, que gozo. Pero esta vez sin esquemas, sin estigmas, sin opresiones, en adelante se juega con mis reglas.

La primera y más importante dice así:

Queda ESTRICTAMENTE prohibido limitarse y ajustarse, o encuadrarse, a la pronta idea que a los demás atañe, y aquel que decida aceptar, esta obligado a quebrar sus barreras y sublimar su imaginación en todos los sentidos existentes e inexistentes todavía, y re-afianzar cada noche y cada mañana la voluntad de continuar así para cada uno de los días de su vida.

Vayamos pues a donde tengamos que ir. Así me despido por ahora; pues propongo regresar en un futuro no muy lejano.

Antes de que caiga el telón, sólo quiero agregar que, gran parte de esto que soy ahora se lo debo al TEATRO (con mayúsculas). Y es por tal que me resulta grato devolverle algo, aunque sea poco, de todo aquello que me entrego a manos llenas y en demasía.

Un CEDARTEANO siempre será CEDARTEANO, aquí y del otro lado del mundo…


- Sebastián Zárate Ramírez