Pero antes de empezar… (Fragmento)
En ese preciso momento, escuche un grito tan fuerte, que no tuve mas que alzar los hombros, agachando un poco la cabeza -para protejerla de algun posible broyectil-, y encorvar la espalda. Era el rugir de una fiera enfurecida, el grito inconfundible de mi madre.
-¡Pinche chamaco malhecho! –le escuche bufar a mis espaldas.
Así, en la misma posición en que estaba, apreté los parpados e instintivamente los músculos de mi cara se tensaron, forjando en mi tez, una mueca de espanto. Gire sobre mis talones y entonces la vi venir sobre mi con toda la intención de desbaratarme.
-¡Corre! ¡Corre! –me repetía incesante la mente.
Pero nada pude hacer ante aquella inminente condición, sólo cuando la tuve a un palmo de distancia reaccione, pero ya era demasiado tarde. –Ni se te ocurra echarte a correr –dijo con esa mirada maliciosa, encabronada.
Mas asustado aún, gracias a sus poderes extrasensoriales, no me quedo más que volver a cerrar los ojos y esperar lo inevitable.
¡Clack!... hizo mi cabeza cuando sus nudillos se estrellaron contra ella…
-¡Aaaay! –escupió mi garganta sin preguntarme. –Ante lo cual mamá agrego aquella habitual amenaza suya
-Pobrecito de ti y te pones a llorar...
Pero para mi ya era demasiado tarde por culpa de mis inconscientes ojos, -¿Por qué será que a esos no les importan las amenazas de mama?...
(...)
-Sebastián Zárate Ramírez